¿Qué es una madre?
Creo que me he preguntado eso por varios años, especialmente en este tiempo de encierro en los pensamientos y de conflicto. Siento que hablar de una madre nos lleva a la relatividad, decir que es la mejor, que es buena, que la amamos, que ha luchado, que se ha esforzado va a depender de la perspectiva con la que miremos.
En la vida he tenido varias madres, supongo, al menos si parto de la figura de cuidado, lucha, amor; por ejemplo amigas, hermanas que han cuidado de mi más que nadie, que conocen mis gustos, mis dolores, preocupaciones, mujeres a las que he dejado entrar en mi vida.
Mientras más pasan los años he dejado de endiosar la figura de mi madre, supongo que por mi camino de encuentros y desencuentros con ella, de mi relación de amor-odio, por aprender a vislumbrar el amor propio y también por verla más allá de una madre verla como una mujer.
Eso me lleva a pensar pensar el amor por mi madre es particular porque ha implicado desmantelar todas las prenociones de lo que es una madre y que no, de lo que ella puede o no hacer, entender que su amor quizá es ilimitado pero a veces tiene condiciones y expectativas que no tengo que cumplir, que su felicidad depende de ella no del camino que yo elija, que somos mujeres que hemos forjado nuestro camino por nuestras decisiones y con los privilegios que hemos tenido o de los que hemos prescindido.
Puede sonar crudo y de hecho entender eso ha sido un camino con bastante dolor pero aún con todo eso ha sido saludable porque me ha enseñado a poner límites en esta relación de amor, que a la final se convierte, sin duda, en una relación de poder. Pero entre todo este camino me ha enseñado a asumir mis sentimientos y necesidades como algo que es netamente mi responsabilidad. Y también amarla a lo lejos, involucrarla en mi vida pero no tanto que agobie ni muy poco para que sienta su falta. Entender que se equivoca frecuentemente, que me habla desde sus miedos, desde sus dudas, sus faltas, sus errores quizá con la intención de protección pero frente a ello solo puedo dejar salir mi amor y comprender desde donde habla para desde ahí tomar mi propio camino.
Estoy agradecida de que sea mi madre porque a través de sus excesos de cuidados y faltas he aprendido del mundo tanto como he querido, sin duda sin su apertura quizá no hubiera sido posible, no lo sé, lo único que sé es que aunque que gran parte de las veces le duele mis palabras desde la razón, es interesante la relación que hemos construido una relación que se va configurando sin excesos, una relación de escucha pero también de confrontación, de cuidados pero sobre todo desde la comprensión de cada una es como es y eso no cambiará.
No siento que la maternidad otorgue super poderes, quizá si algún día llego a ser madre lo entienda, es lo que dicen; pero por el momento solo siento que ser madre usualmente te hace despertar sentidos dormidos quizás no, también dependerá si ser madre fue una decisión, creo que solo hay mujeres que van aprendiendo en colectivo, creo que ser madre te abre distintos mundos y que uno puede irlos atravesando desde el instinto.
-Einor