Bitácora del punto final y el no saber
Tal vez y ya habla el cansancio por mí, pero mientras reviso
textos, pensaba en la dinámica de los últimos días, junto con los dos últimos
años; reiteraba en la cadena de los sentires y disentires. Y me surgen dudas de
porqué nos cuesta poner puntos finales, no solo a los textos, sino en general a
las distintas situaciones de la vida.
Hoy descubrí o más bien redescubrí que en la escritura también se revela
parte de lo que somos y queremos. ¿Qué serían de las relaciones sin los puntos
finales? ¿Cómo darse cuenta de que necesitamos poner un punto final?
Él me amo de tantas maneras, me cuido, me abrigo en los días
fríos, no lograba entenderme, pero me contemplaba y había días en que lo
intentaba. Me esperaba cuando me perdía y cuando perdía el tiempo. Comíamos
juntos, caminamos juntos, hacía largos viajes solo para dejarme en casa,
también hizo largos viajes inesperados para verme. Fui feliz en ese entonces.
Hizo que mi mundo se cuestione, que cambiara algunas de mis
reglas e incluso me hizo notar la visión individual y los miedos que han primado
en mi vida. Cada vez que me abrazaba parecía que el mundo era seguro, parecía
que era invencible aun cuando el sacaba la parte más ingenua y sensible de mí.
Me hacía sentir que no importa verse vulnerable cuando se ama porque es parte
de hacerlo.
Parece que compartimos años, pero el tiempo siempre es
relativo. Le dije adiós muchas veces, pero algo en mí no me lo permitía incluso
cuando descubría contradicciones en sus historias del pasado, que lo lastimaban
y que lo seguirán lastimando hasta que él decida curar. Recuerdo también que
cuando nos distanciamos quise pensar que solo era un sueño, que ya pasará, que
mañana sería otro día. Y cuando el dolor llega solo quiero pensar que todo pasó
solo en mi imaginación y que la vida como pensaba antes de su llegada continua,
quiero olvidar todo quiero borrar todo cada palabra cada acción quiero que todo
se lo lleve el viento, sin embargo, cuando recupero la calma siento que sin esa parte de la vida perdería el sentido.
Aunque la tormenta no se vio venir desde el primer día, creo
que hemos hecho que las cosas que nos separan se fortalezca. Ahora forzar al
destino me parece una pérdida de tiempo. Cada día pienso en qué es lo que nos unió.
Me pregunto si algún día podrás cumplir tus promesas que no olvido y quizás no
olvidare porque si hay algo para lo que funciona mi memoria es para recordar
las cosas que se dijeron y se quedaron en el aire.
Aún no sé qué me hizo aferrarme, que me hace que aun
escribiendo palabras de adiós sienta ganas de permanecer abrazada a ti,
mientras una tormenta se desata en mis ojos. Es normal que duela el pecho y que
broten gotas de agua de mis ojos. Como conozco mi caos, sé que tomará tiempo el
retornar y el hacer que en ese proceso nazcan cosas nuevas por ahora me
permitiré sentir, no recordaba el dolor que llevan consigo las despedidas.
-Einor