jueves, 6 de marzo de 2014

Capitulo Ciento Noventa y Cuatro


Telarañas


Telarañas vistosas, extrañas parecen inofensivas pero  te atrapan agilmente en una red de la que después es difícil salir.

Telarañas que se  posan en mi cabeza, que me impiden cerrar los ojos, que me obligan a odiar el encierro de aquellos hilos que parecen delicados pero que son tan fuertes que me someten a la locura y a largas horas de soliloquios en mi penumbra. Telarañas esos hilos que con tan solo su existencia atormentan a mi cabeza y confunden a mi corazón.


Telarañas en mi cabeza que me abruman, me llenan de indecision y me consumen lentamente apezar de que me parescan hermosas. Pequeñas puñaladas, sonrisa de pena, respiracion entrecortada y ojos que quieren hablar inspirados en esas telarañas que parecen que nunca me dejaran en paz.

Me lastimo sutilmente por miedo a  equivocarme, por miedo a romper promesas que algún día hice, pero de todas formas me lastimo mas porque  ya no siento ganas de quedarme. Me lastimo porque esas telarañas saben mis puntos débiles, porque saben que caeré tarde que temprano no importa lo fuerte que quiera ser, pero me lastiman aun más por el hecho de que no puedo decir lo que siento porque me obligan a callar mis pensamientos en su cruel encierro. Finalmente lo que me mata progresivamente es que son esas  telarañas que yo misma construí, son esas telarañas a las que  uso como parte de mi área de protección, son esas telarañas que se formaron con el viento con el que intente huir. 

Telarañas mi cuerda floja a la realidad...

-Einor


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